jueves, 17 de mayo de 2012








GORDITAS DE PINOLE
En mis años de infancia, al final del tiempo de aguas, y ya en la cosecha del maíz, frijol, calabaza o lo que sembraban, se juntaban en el rancho nuestro (donde yo vivía con mi abuelita) a hornear sus gordas cada uno de los que iban. Se juntaban ahí porque había un horno grande y funcionaba bien. Estaba ubicado por fuera de la casa, pero la puerta quedaba por dentro de lo que llamaban "La panadería", y que era una panadería de verdad, era un cuarto alargado con techo de tejas, con una gran viga enmedio, y el techo bajo, el piso de tierra y por ahí algunas enormes piedras se asomaban. Había también un fogón que fué acondicionado posteriormente y en las paredes de adobe sin enjarrar, negras, negras de verdad debido al humo, había algunas repisas a lo largo donde se tendían las hojas de horno al ir saliendo del mismo.
Bueno, eran los invitados quienes llegaban con su cargamento de grandes cubetas de peltre blanco o de zinc, o de lámina galvanizada con su amasado listo para darle la última pasada antes de poner las gorditas en las láminas engrasadas.
Había gorditas dulces y saladas. Con pasas y canela y, las saladas con queso seco o sin nada, simplemente con cuajada y sal. Con jocoque, con leche agria, con queso fresco, otras de maíz crudo, así le llamaban, otras de pinole, etc.
Al final de la jornada, ya entrada la nochecita, se compartían de las gorditas de cada quien y así, tamién se despedían de aquella tarde de horneado.
Para eso, muy temprano, me metían por la puerta del horno a barrerlo con una escoba de popotes, a sacar toda la ceniza y basura que había adentro. El horno siempre estaba limpio, nadie lo usaba, solamente cada año en estos tiempos, únicamente algunas veces las golondrinas llegaron a hacer sus nidos ahi adentro, por descuido cuando se dejaba sin poner la lámina vieja y quemada que cubría la puerta.
Luego de barrido, mi abuelita empezaba a calentarlo desde temprado. Primero prendía una buena cantidad de zacate seco, luego lo que llamaban "rajas", que era el excremento seco de las vacas, y también quemaban muchos nopales secos, que había en abundancia y leña, la que se necesitara, de tal forma que cuando llegaran los parientes invitados a hornear las gordas, el horno estuviera en su punto. Iban mi tío José y Ana Rosa su hija, algunas veces algunos de los muchachos, Rigo o Rafa y su mamá mi tía Lupe. Iba también mi tía Margarita y su mamá mi tía Mela. Era un verdadero deleite para un nió como era yo el ver aquella cantidad y variedad de exquisiteces, luego de pasar un año con las carencias normales de un rancho seco y árido, donde no obstante todo eso y más, fuí muy feliz.
Investigando bastante, porque ya casi no hay quien haga este tipo de gorditas, desarrollé ésta receta de gorditas de pinole, haciendo yo mismo el pinole, como debe ser, porque el pinole comprado, aunque está bueno, tiene revueltas algunas osas que no van con la receta, como chocolate o azúcar y canela.

La receta de estas gorditas de pinole que están buenísimas es:
250 gramos de pinole de maíz morado
250 gramos de harina de trigo
125 grs de piloncillo molido con el martillo
125 grs de azúcar granulada
2 cucharaditas  de polvo para hornear
1 cucharadita de bicarbonato de sodio
Leche agria o jocoque, la necesaria
Una pizca de sal
Canela recién molida, una raja de 10 cm o al gusto
El procedimiento para hacer la masa es muy simple. Poner las harinas con el polvo para hornear, sal, bicarbonato de sodio y revolverlos bien. Empezar a agregar la leche agria o jocoque hasta tener una consistencia pastosa, espesa que no caiga de la cuchara.
Se ponen cucharadas no muy grandes en la hoja de horno ligeramente engrasada y se hornean a 200 grados C por aproximadamente 20 minutos o hasta que doren ligeramente los bordes. Por encima parecieran estar crudas, por eso hay que revisar los bordes.


A que no puedes comer sólo una!!.